"Necesito un poco de piedad, darte un par de abrazos y explotar, pero no me dejas otra opción, siempre eliges mal, crees que es lo mejor. Yo no puedo más, yo ya no puedo más..."
Me pediste que te escribiera una historia. Yo te prometí que lo haría. Me dijiste que quizás todo aquello no era más que un sueño, una ilusión que sólo existía dentro de mi cabeza. Demasiado bueno para ser verdad. Me cogiste entre tus brazos, y juntos vimos caer la lluvia durante horas dentro de tu coche. Recordamos el pasado, vivimos el presente, e imaginamos un futuro en el que podríamos superarlo todo. Habíamos bebido demasiado, éramos felices. Yo no podía parar de sonreírte. Pero en el fondo, me moría de miedo. Miedo de que se nos acabara el tiempo, de salir fuera, de que el hechizo se rompiera y todo se difuminara. Como sabía que iba a pasar. Me salvaste la vida por un rato. Pero yo sólo te pedí una cosa: la verdad. Y tú, preso de la magia del momento, dijiste demasiadas cosas que no sentías y de las que luego te arrepentiste. Y ahora sólo me quedan otra vez el corazón encogido, las ilusiones rotas, y los recuerdos empañados. Y el miedo de enfrentar las cosas directamente y terminar de perderte.
Me pediste que te escribiera una historia. Y aquí está. La nuestra podría haber sido la más bonita del mundo. Pero al final, es sólo otra triste e inacabada historia más. La historia de mi vida.
"Sólo me arrepiento de haberme dormido, sólo me arrepiento de haberme perdido..."
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