"Me especialicé en noches suicidas
justo el día en que la conocí.
Y confundí molinos con gigantes
después de una semana sin dormir.
Si quieres verme
vas a tener que explorar
esos desiertos que no puedo abandonar.
Abrí una puerta que se cerró tras de mí
y no me duelen los amigos que perdí.
El miedo es un cuchillo afilado,
la venganza una flecha clavada.
No hay nada más inútil que el odio.
No hay nada más doloroso que el rencor.
Trato de salir de mi mente,
me esfuerzo por desaprender,
recorro el camino inverso,
busco el origen, busco algo ahí fuera…"
Ya aprendí hace mucho que eso de que el amor es para siempre es un cuento chino. Suerte tienes si lo encuentras alguna vez en la vida y te dura lo mínimo. Pero de la amistad, yo tenía un concepto diferente. Y mira que he perdido a muchísima gente por el camino. Pero por mucho que me dijeran que los amigos no duran toda la vida, que las distancia rompe las relaciones, que la gente cambia con el tiempo... yo seguía en mis trece de que eso quizás les pasaría a los demás, pero que mis amigos, los de verdad, los de toda la vida, y yo eramos diferentes, que superaríamos cualquier barrera que se nos pusiera por delante. He tardado casi 28 años en descubrir que esto también era un engaño, y que eran los demás los que tenían razón y no yo: las cosas, por muy bonitas o especiales (y muy largas) que hayan sido, siempre pueden acabarse.
De un modo u otro, no sé que hay en mi personalidad que siempre acaba alejando, más tarde o más temprano, a todo el mundo de mi. Y claro que siempre aparece gente nueva a tu alrededor con la que estableces un vínculo de aprecio, estos días que he estado de bajón no son poco los que se han preocupado por mi y me han mandado ánimos. Pero, ¿cómo volver a confíar, a abrirte a alguien, cuando incluso algunas de las personas más cercanas a ti, que eran casi como tu familia, te han dejado de lado? Últimamente estoy perdiendo a mucha gente y me estoy llevando tales decepciones, que sinceramente, no me apetece nada volver a empezar de cero con nadie.
Y cómo bien me dijo precisamente un amigo el otro día: "No es que no me importe, es que... ¿qué le vamos a hacer?". Pues sí, no se puede hacer nada. Así es la vida, y a aguantarse toca.
"Y desapareciste sin dar explicación, y yo me quedé gritando al cielo, cargarás con tu cruz. Sentí escalofríos, sufrí la soledad, frecuenté a la peor calaña de esta sociedad..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario