domingo, 21 de julio de 2013
Tenerife
"Apuró el paso para que no llegara la noche
y poder enseñarme la playa.
Apuró el paso.
Nos cayó el vaso y rompió salpicándole flores.
En su pelo tallado el verano.
Apuré el vaso.
Y tengo miedo de encontrarte
y no aguantar las ganas de tirarte al suelo...
...Bailé con ella después, como buen enamorado.
'Cántame algo' y canté lo que ella quiso, y los barcos
fugaron para volver a dejarme tirado en un puerto.
Su acento era milagro, el viento
rizándole en silencio la piel
a la arena pegada y los besos
siguientes fueron 'hoy quédate',
y me quedé parado en el tiempo...
De qué me sirve esperarte si me entra el sueño y no hay más
que un circo triste y cobarde que no quiere regresar.
Te veo en cada gaviota aunque no sepa si hay mar.
Detrás de cada pareja no tengo con quien bailar.
Desnúdate que hay tormenta y llueve por no llorar.
Juré contar nuestra historia, nunca decir la verdad.
Te llevaste mi memoria. Juraste no regresar.
Te veo en cada gaviota.
Juré contar nuestra historia.
Y hoy te he vuelto a recordar..."
Ella sólo quería que esa noche no acabara nunca, que fuese eterna. Sólo quería reír, bailar, beber y sentirse especial. A su lado. No quería pensar en aquella llamada, ni en esa sospecha que le oprimía el pecho. Pero al final, tuvo que dejar sus playas y volver a la realidad, a sentirse más sola que nunca. A darse cuenta de que, como siempre en su vida, una vez más había llegado tarde a lo que quería.
"Que vino a cobrarme el amor, a pedirme perdón por lo bailes. Que vino a matarte, que vino a matarte, que vino a robarte la voz que en la calle sonrió a mis verdades, que subió a cobrarme el amor que tu cuerpo no dió."
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