miércoles, 6 de mayo de 2020

Siempre


Las historias complicadas siempre lo son. No sé por qué alguien nos hizo creer que el amor lo arregla todo. No es así. Somos mucho más que pulpa de medias naranjas. La mayor parte de las veces el amor no arregla nada, de la misma manera que casarse no arregla un noviazgo que no funciona ni los hijos reconducen un matrimonio roto. El amor nos pone a prueba. No duele, en absoluto, pero casi siempre exige de nosotros mismos más madurez, menos egoísmo, más valentía. No diré que el amor sea complicado, todo lo contrario. El amor es sencillo, es fácil, es divertido…, pero la vida no siempre lo es. Y no sé si lo sabes, pero el cerebro y el corazón, la cabeza y el pecho son viejos enemigos. Se dan la voz de alarma, se ignoran, se lanzan el uno al otro hacia lo desconocido. Y entre la cabeza y el pecho es donde sucede la parte que duele. Siempre es ahí. Siempre. 

(Un cuento perfecto, Elisabel Benavent)

Cuando hablo de cualquier historia romántica del pasado, más o menos importante, consigo reírme y hacer bromas, como si en su momento no hubiese dolido tanto como lo hizo. De todas, menos de una. De esa, da mucha satisfacción ver que ya no duele ni entristece, y que con el tiempo y dándome cuenta de la realidad, siento incluso alivio de haber salido de ahí antes de involucrarme más en algo que me hubiese hecho (aún más) infeliz. Pero no, todavía no puedo hacer bromas, ni se si algún día podré. Es lo que tienen las historias que nos marcan para siempre.