"Me gusta considerarme en cierto modo un "espíritu libre"... [...] Me gusta pensar que me atrevo con todo y estoy dispuesta a correr aventuras. Pero Pete tenía razón. En esta ciudad todo el mundo tiene miedo, ¿verdad? Hay montones de bichos raros por aquí afuera, pero no creo que muchos de ellos tengan intención de matar o secuestrar, ¿no te parece?
Es algo así como cuando te cruzas con la gente en una estación de metro o por la acera de una calle, por ejemplo, con un grupo de amigos que se reúnen y hablan de otros amigos comunes... Ah, ¿qué tal están fulanito y menganito?... y hablan de sus propias vidas y tú ves que están muy unidos y se conocen desde hace tiempo y comparten experiencias. ¿No tienes alguna vez la sensación de que te estás perdiendo algo? ¿No te preguntas cómo es posible que sus caminos no se crucen con los nuestros y no piensas que, a lo mejor, son gente estupenda, a la que, sin embargo, jamás llegaremos a conocer? Para ellos no soy más que una extraña que camina por la calle y tiene sus propios amigos y sus experiencias compartidas con otras personas a las que ellos no conocerán. Me parece una pena, no sé si comprendes lo que quiero decir. Hay muchas personas en este mundo y la ley de los promedios dice que sólo puedes llegar a conocer a un mínimo porcentaje de ellas. Y el temor significa que llegarás a conocer a muchas menos. ¿Por qué nos tenemos tanto miedo los unos a los otros? Alguien del trabajo te invita a cenar y te aterrorizas, te tropiezas con un viejo amigo en el tren, te proponen salir a tomar unas copas, intercambias con ellos tu número de teléfono y rezas para que no te llamen porque ya tienes tu pequeño y seguro círculo de amigos, tu amigo del martes, tu amigo del jueves, tus amigos del fin de semana, tienes la noche del lunes para quedarte en casa, la tarde del miércoles para el gimnasio y, de repente, ya no te queda sitio para nadie más. ¿Es eso lo que Dios pretendía? ¿Es bueno que así sea? Seguro que todos nosotros sólo estamos viviendo un cero, cero, cero, cero coma uno por ciento de nuestras existencias potenciales. Yo sólo tengo veintisiete años... ¿cómo seré cuando tenga cincuenta? ¿No te parece una pena?"
(Lisa Jewell, La fiesta de Ralph)
Me revienta que la gente diga "a ver si hablamos..." o "a ver cuándo nos vemos...", y cuando propones algo, siempre te digan que no pueden, que están muy ocupados, que no tienen ganas... Si uno quiere hablar, llama. Si uno quiere ver a otra persona, hace por quedar. Pero no se dicen frases por decir y luego se queda en nada. En la vida, uno hace lo que quiere o lo que puede con el tiempo que tiene. Y buscar excusas tontas y simples para no hacerlas es de dejados. Menos mal que hay otra gente que (casi) siempre está ahí para escucharte, y que, si no pueden verte, es porque realmente no pueden, no por falta de ganas. Que no tienen miedo de comprometerse e involucrarse. A todos ellos hoy, gracias por formar parte de mi vida.
"Y en fin, tú y yo... de repente, en este mar de gente, tú y yo..."
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