En mis 26 años de vida nunca me he sentido muy valenciana, a pesar de
haber nacido y vivido allí hasta que cumplí 12. Imagino que cuando
llegó la edad de empezar a sentirme parte de un sitio, yo ya estaba
totalmente integrada y enamorada de Madrid. A Valencia voy porque tengo
familia, no por gusto, por placer o por motivación propia. Ni siquiera
veo el mar casi nunca cuando estoy allí. Por supuesto tiene sitios que
me encantan, como (casi) todas las ciudades, pero, en general, no me
siento de allí. Mi casa está en Madrid, y allí me siento como una
invitada, especial, sí, pero invitada al fin y al cabo. Sin embargo,
basta que pase algo devastador para que todos los sentimientos se te
muevan dentro. Y ese algo son los terribles incendios de Cortes de
Pallás y de Andilla, que abanzan, que no dan tregua, sobre los que la
lluvia no hace su aparición. Lluvia de agua, porque hoy la tierra de las Fallas llora
cenizas. Yo la recuerdo como la última vez que la vi en primavera,
luminosa, llena de flores. Me siento impotente. Incluso me da cargo de
conciencia no estar allí, compartiendo la tristeza y el desaliento de
mis paisanos. Hoy, me siento más valenciana que en mucho tiempo. Mejor
tarde que nunca.
Molts ànims per a la meua terra :(
Y darme cuenta de que me he puesto muy triste, he
pensando en muchas cosas, en mucha gente, pero me ha costado horas
acordarme de ti...
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