El mes de Febrero fue muy especial durante mis 20, porque algunos años estuvo muy relacionado con Alemania. Y Facebook se encarga de recordármelo estos días: en 2011 fue uno de los dos meses y pico que viví en Bonn, ciudad de la que me había encandilado el año anterior, y que dio lugar a una de las mejores experiencias de mi vida. En 2013, cuando acababa de empezar en el mundo de la crítica de cine, cubrí mi primer festival importante, la Berlinale, algo que repetí en 2015. Y en ambas ocasiones redescubrí Berlín y se convirtió en un hogar para mí. Es inevitable que al ver esas fotos y leer esos estados tan felices y ilusionados, me entre cierta nostalgia. Sobre todo porque ya llevo dos años sin ir a mi país favorito. Pero también porque ya estoy bien asentada en la década de los 30, una señora adulta, independizada, más madura... Ya tocaba, pero siento algo de tristeza por unos años que fueron estupendos, por momentos que viví con mucha intensidad, y que ya no volverán.
Pero entonces recuerdo otra cosa: curiosamente, ninguna de las veces que he estado en Alemania, estaba enamorada. Y cuando estuve la última vez, totalmente desencantada de los hombres y las relaciones, ni podía imaginarme que en 5 meses iba a conocer al amor de mi vida, con el que ahora convivo y que me hace feliz cada día. Y por eso estoy deseando compartir esta nueva etapa, que seguro que también traerá cosas apasionantes, a su lado.
Nos hemos quedado sin fuerzas,
pero esta ciudad me impide escapar.
El espectro gris nos abrazaba
y justo allí en la penumbra
es donde encontrábamos la comodidad...
Echo de menos Berlín...
Ah, y por cierto, en cuanto tengamos vacaciones, nuestro plan es que uno de nuestros destinos sea Berlín :) Y seguro que entonces la ciudad me gusta todavía más, porque por sus calles estará él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario