jueves, 19 de abril de 2018
De un Abril
Otra vez huele el bosque,
se ciernen las alondras, elevándose
con el cielo, que estaba pesado en nuestros hombros;
cierto es que se veía por las ramas el día
qué vacío que estaba;
pero tras de lluviosas tardes largos
vienen las horas nuevas,
soleadas de oro,
huyendo de las cuales, en fachadas lejanas,
todas las desgarradas
ventanas temerosas agitan sus batientes.
Luego se hace la calma. Hasta la lluvia
cae más queda en el brillo de la piedra, que en paz
se ensombrece. Los ruidos enteros se agazapan
en los fúlgidos brotes de las yemas.
Wieder duftet der Wald.
Es heben die schwebenden Lerchen
mit sich den Himmel empor, der unseren Schultern schwer war;
zwar sah man noch durch die Äste den Tag, wie er leer war,-
aber nach langen, regnenden Nachmittagen
kommen die goldübersonnten
neueren Stunden,
vor denen flüchtend an fernen Häuserfronten
alle die wunden
Fenster furchtsam mit Flügeln schlagen.
Dann wird es still. Sogar der Regen geht leiser
über der Steine ruhig dunkelnden Glanz.
Alle Geräusche ducken sich ganz
in die glänzenden Knospen der Reiser.
(De un Abril / Aus einem April, Rainer Maria Rilke)
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