"Sobre la figura del crítico se acumulan incontables tópicos que, como un sambenito, lo señalan de mala manera, atrayendo sobre él toda clase de suspicacias y antipatías, no pocas veces bien fundadas. Uno de esos tópicos es el que lo pinta como un tipo agrio y malhumorado, por lo común resentido, no sólo dispuesto sino proclive a segregar su bilis o desatar su furia sobre todo objeto que no se adecua a sus gustos, a sus criterios, a sus manías.
[...]
Recuerdo ahora un viejo corto de animación de la factoría Disney. Lo protagoniza Goofy. El corto se titula Motor Mania, y es del año 1950. Se puede encontrar fácilmente en YouTube, véanlo, es gracioso. Goofy es allí un escrupuloso y pacífico ciudadano incapaz de pisar una hormiga. Una vez sentado a su auto, sin embargo, sufre una transformación como la del Dr. Jekyll en Mr. Hyde y se convierte en una especie de demonio, infinitamente susceptible y agresivo.
Pongamos que, en el peor de los casos, el crítico sea como Goofy. Un tipo corriente que, sin embargo, con un libro entre las manos, y puesto en situación de leerlo con vistas a pronunciarse públicamente sobre él, se transmuta en celoso guardián de su propia concepción de la buena literatura y exacerba su susceptibilidad hacia todo lo que la confirma o la contraría. Del mismo modo que, en esta tesitura, él deja de lado al ecuánime ciudadano que suele ser, los ataques que entonces prodiga no van dirigidos al -a su vez- pacífico ciudadano que se aloja en el libro en cuestión, no al menos en cuanto sujeto independiente, aislable del libro mismo. Después de maltratar por escrito su libro en las páginas de un diario, podría coincidir con él en un ascensor y mostrarse reverencioso y amable, sin ninguna hipocresía.
Y es que no se trata, en rigor, de nada personal.
Cómo explicarlo."
(extracto del fantástico artículo sobre la crítica literaria -aunque se puede aplicar a todo tipo de crítica-, que escribe Ignacio Echevarría en la edición de hoy de El Cultural)
Vivimos en un momento interesante para ser críticos. Porque parece que la crítica es un tema candente en la actualidad. No se si los críticos somos necesarios o no, pero creo que la gente se merece saber una opinión profesional sobre las cosas, que sí, que es una opinión única y personal, pero también puede ser orientativa. Y puede servir a los interesados a saber lo que han hecho mal y cómo mejorarlo. Claro que las críticas negativas sientan mal, pero ahí también hay mucha soberbia de fondo. Ninguno somos perfectos, y nada de lo que hacemos está completamente bien. Ni siquiera nuestras críticas. Las cuales sois libres de criticar también. Y así formaremos una espiral de crítica (siempre sana y constructiva) que puede no tener fin...
Me sigue encantando cada semana más mi curso de crítica y la gente con la que lo comparto. Y creo que lo estoy aprovechando bastante. Aunque a veces tenga que sacar la inspiración de debajo de las piedras. Pero me encanta lo que estoy haciendo y aprendiendo. Hoy he tenido mi primer debate verbal (sobre "El árbol de la vida");) Ha sido, sin duda, la mejor idea que he tenido en este año que ya se va acabando.
“Veo que interesa muchísimo, que es muy seguida, y que genera comentarios, adicciones y nuevas críticas. Sí es cierto que en algunos medios escritos se ha recortado y no debería ser así. Y no me parece mala cosa ser amable si eso significa educado (o irónico sin mala baba). Si entienden amable por conformista, ya es otro cantar”
(Marcos Ordóñez, "¿Quién necesita a a los críticos?", El Cultural, 2/12/2011)
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